Tema: Gran decisión sobre el referéndum para reiniciar la planta nuclear número tres, reflejando la "fallas en el sistema de gobernanza" de Taiwán.

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Todos viven en la gobernanza y crean su propia gobernanza. Con el tercer referéndum nuclear que se celebrará el 23 de agosto, el debate y la discusión sobre los pros y los contras se ha vuelto a calentar recientemente, pero este artículo puede hacer pensar en el tema de la gobernanza social "lejos de una sola capa". (Sinopsis: Referéndum sobre la energía nuclear 8/23 voto: se llevarán a cabo cinco debates televisivos, el Yuan Legislativo es el lado derecho, el Yuan Ejecutivo es el opuesto) (Suplemento de antecedentes: Vitalik: Ya no creo que se pueda lograr una "gobernanza óptima", la economía no está perfectamente en línea con la sociedad) En la encrucijada de la electricidad, la controversia de la energía nuclear de Taiwán es como una bestia gigante atrapada en un laberinto, y cada colisión profundiza la brecha social. La Planta Nuclear 3 y la Planta Nuclear 4, dos centrales eléctricas con destinos muy diferentes, no son tanto instalaciones energéticas como "ventanas de advertencia de fallos" del sistema operativo de Taiwán. Este sistema es el sistema de gobernanza del megaplan a nivel estatal de Taiwán, y la tercera planta nuclear es el producto de una operación exitosa en un entorno relativamente simple durante el período de estabilidad autoritaria de las autoridades de Taiwán. La cuarta planta nuclear, por otro lado, es el colapso catastrófico de este sistema obsoleto mientras intenta manejar tareas difíciles en una era democrática cada vez más compleja. Juntas, las dos historias apuntan a una verdad inquietante, que la verdadera tragedia de la energía nuclear de Taiwán no radica en la presencia o ausencia de tecnología, sino en el hecho de que hemos introducido con éxito el "hardware" de la energía nuclear (reactores, tecnología de ingeniería) sin establecer nunca un "software social" equivalente que incluya políticas de estabilidad a largo plazo, confianza social, mecanismos de comunicación democrática y marcos de gobernanza para soluciones responsables de las generaciones futuras. La actual ansiedad por la demanda de energía provocada por la revolución de la IA hace que volvamos a centrarnos en la expansión del hardware, pero puede que una vez más ignoremos el "software social" que ha fracasado durante mucho tiempo y que se espera que se recargue. Los logros de "hardware" de la tercera planta nuclear La tercera planta nuclear en Hengchun, al sur de Taiwán, es el epítome de la era del milagro económico de Taiwán. Como parte clave de los "Doce Diseños Arquitectónicos" en la década de 1970, su nacimiento llevó la ambición del país por la industrialización. Adoptando la tecnología de reactor de agua presurizada de última generación en ese momento, tardó siete años en construirse y funcionó de manera estable durante 40 años desde 1984, proporcionando energía de carga base indispensable para el sur de Taiwán. La finalización sin problemas y el funcionamiento fiable de la tercera central nuclear pueden considerarse como una labor ejemplar de Taiwán en la introducción y el funcionamiento de "hardware" de tecnología de vanguardia. Este éxito debe ser interpretado en su contexto temporal y espacial específico. En tiempos autoritarios, el camino de toma de decisiones para la construcción de grandes envergaduras era unidireccional y eficiente: de arriba hacia abajo, planificado por tecnócratas e impulsado por la voluntad del Estado. Conceptos como la comunicación social y la participación ciudadana no eran necesarios en el sistema de gobierno de la época. Como resultado, la construcción y operación de la tercera planta nuclear se puede completar en un entorno relativamente cerrado y de baja interferencia, centrándose en resolver desafíos técnicos y de ingeniería. Demuestra que Taiwán es capaz de navegar por un complejo hardware nuclear, pero este éxito también oscurece inadvertidamente el descuido del "software social" en su modelo de gobernanza. Este aspecto descuidado, treinta años más tarde, cuando la tercera central nuclear se enfrentó a la disyuntiva de desmantelar o ampliar el servicio, se vio envuelto en un problema doblemente complejo y volvió a los ojos del pueblo taiwanés. Si la historia de la tercera planta nuclear es un documental sobre el éxito tecnológico, entonces la historia de la cuarta planta nuclear es una epopeya trágica sobre el fracaso de la gobernanza. La planta de casi 300.000 millones de dólares taiwaneses que ha durado décadas y que nunca ha generado un solo kilovatio-hora de electricidad es la lección más cara de la transición democrática de Taiwán. Su fracaso es un conflicto sistemático entre el "pensamiento de hardware" de la vieja era y los "requisitos de software" de la nueva era. El pecado original de la cuarta nuclear comenzó con su modelo de adquisiciones fallido. Taipower abandonó el modelo "llave en mano" de las tres primeras centrales nucleares y en su lugar asumió la dirección general por su cuenta, comprando diseños de GE y subcontratando cientos de subsistemas a fabricantes de todo el mundo. Esta decisión equivalía a comprar planos para un avión avanzado, pero convirtiéndose en ingeniero jefe, comprando motores, alas y aviónica por separado, y luego tratando de ensamblarlos usted mismo. Este enfoque no sólo sobreestimó su propia capacidad de integración, sino que también sentó un presagio fatal de la consiguiente pérdida de control de calidad y caos de gestión. Cuando este proceso de ensamblaje de "hardware" roto choca con la creciente ola de democratización y rotación de partidos políticos de Taiwán, el resultado es catastrófico. En el año 2000, la suspensión precipitada de la construcción y la posterior reanudación de las obras por parte del gobierno de Chen Shui-bian causaron daños internos irreparables al proyecto. Por ejemplo, una serie de escándalos, como el recorte de esquinas en la base del reactor, el cambio de diseño a gran escala de Taipower sin el consentimiento de la fábrica original y la dificultad de integrar el instrumento digital y el sistema de control han vaciado por completo la confianza del público. Nuclear Fourth fue ridiculizado por los medios de comunicación como un "coche de ensamblaje", una metáfora que no solo señalaba la asamblea técnica, sino que también señalaba la asamblea de gobernanza, la falta de un diseñador jefe fuerte y confiable para integrar los intereses de las diferentes fuerzas políticas, fabricantes y opinión pública diversa. Al final, bajo el catalizador del desastre nuclear de Fukushima en 2011 y el veto del referéndum de 2021, este costoso "coche ensamblado" fue suspendido permanentemente, convirtiéndose en un monumento especial en la historia de la gobernanza de Taiwán, advirtiendo del trágico precio del colapso del "software social". Residuos nucleares irresolubles, el último agujero negro de la confianza En todos los debates sobre la energía nuclear, el arma más inevitable y poderosa del bando antinuclear es la eliminación de los residuos nucleares. No se trata sólo de un problema técnico, sino también de la encarnación más profunda del fracaso del "software social" de la gobernanza de Taiwán, un agujero negro que se come toda la confianza. La difícil situación de los desechos nucleares de alto nivel (combustible nuclear usado) es el mayor dolor en el desarrollo de la energía nuclear de Taiwán. En la actualidad, todas las barras de combustible usadas se almacenan temporalmente en piscinas de combustible que han estado durante mucho tiempo al borde de la saturación en varias áreas de la planta. La transición a mediano plazo del almacenamiento húmedo al seco se ha retrasado durante muchos años debido al atasco administrativo de los gobiernos locales y al efecto "NIMBY" de la población. En cuanto al sitio de disposición final de los desechos nucleares, bajo las condiciones congénitas del estrecho y densamente poblado y geológicamente activo de Taiwán, incluso la base legal para la selección del sitio está muerta. Si bien el Ministerio de Economía ha planteado el objetivo de "abrir el sitio de disposición final para 2055", basándose en la falta de consenso y confianza social, esto se parece más a una promesa política lejana que a un plan ejecutable. El éxito de Finlandia es un espejo del fracaso de Taiwán. La clave del éxito de Finlandia en la construcción de Onkalo, el primer depósito final del mundo de residuos nucleares avanzados, no reside en la tecnología, sino en la construcción de un "software social" centrado en la confianza, la transparencia, la participación ciudadana y los vetos locales. En Taiwán, por otro lado, la eliminación de desechos nucleares ha estado dominada durante mucho tiempo por las autoridades de Taiwán y Taipower, y el proceso de toma de decisiones es una caja negra y la participación ciudadana es una mera formalidad, lo que resulta en una desconfianza pública profundamente arraigada hacia las autoridades competentes. El fracaso de este modelo de gobernanza ha creado un círculo vicioso. Es un ciclo en el que no hay solución a los residuos nucleares, y cualquier conversación sobre energía nuclear parece irresponsable, y esa imagen de irresponsabilidad, a su vez, profundiza el déficit de confianza. A menos que Taiwán reforme su marco de gobernanza de los residuos nucleares y pase de la persuasión técnica a la consulta democrática, el futuro de la energía nuclear quedará atrapado en este callejón sin salida sin solución para siempre. ¿Es el referéndum un juego político? Frente a un sistema de gobernanza disfuncional, el referéndum, una herramienta democrática que se supone compensa el fracaso de la representación y crea consenso social, se ha convertido en una competencia política que intensifica la confrontación y desgarra a la sociedad en torno a la cuestión de la energía nuclear en Taiwán. En lugar de arreglar el fallido "software social", parece instalar complementos que aceleran los bloqueos en este sistema plagado de errores. Después de que la Ley de Referéndum de 2018 redujera el umbral, el tema de la energía nuclear se convirtió en un nuevo campo de batalla para la movilización de los partidos políticos. En el referéndum "nuclear verde" de 2018, el bando nuclear pronuclear ganó y abolió el período de vivienda no nuclear en la Ley de la Industria Eléctrica. En el referéndum de 2021 sobre el "reinicio de la cuarta potencia nuclear", el bando antinuclear contraatacó con éxito y rechazó por completo la cuarta potencia nuclear. Y eso es...

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